La importancia del JUEGO
Declaración de principios fundamentales de la educación durante la primera infancia dirigida a educadores y autoridades educativas
La instrucción académica está sustituyendo progresivamente el juego imaginativo y el aprendizaje práctico durante los primeros años de vida de los niños. Actualmente, la educación se concibe como una carrera y “cuanto más pronto empieces, antes y mejor acabarás”. Y eso a pesar de que no haya evidencia de que esta presión académica inicial -como por ejemplo el esfuerzo que hacemos para que los niños empiecen a leer a los cinco años- genere ninguna ventaja duradera para los niños. En realidad, la investigación y la experiencia apuntan más bien en sentido contrario. El énfasis actual que hoy se hace en enseñar a leer mediante una instrucción formal a los niños de cinco años no funciona, y eso lleva a muchos padres y políticos a pensar que tal vez habría que empezar antes con la lectoescritura, a los tres o cuatro años. Pero esa suposición se basa en una aproximación muy limitada y defectuosa al desarrollo del niño, a sus primeras etapas educativas y al desarrollo de la alfabetización. La clave para el desarrollo de la lectoescritura -y de todas las demás capacidades consiste en ajustar el proceso de enseñanza para que concuerde con la evolución del niño, permitiéndole superar satisfactoriamente las primeras etapas. Asegurar su éxito inicial y el amor natural que siente el niño por las flores del aprendizaje.
En cambio, si lo llevamos al fracaso al pedirle lo que no está preparado para darnos, fácilmente podremos provocar que no sea capaz de superar la sensación de inadecuación
resultante. Eso es particularmente cierto en aquellos niños cuyas familias sufren situaciones de tensión social y económica.
EL SALUDABLE COMIENZO PARA UNA LARGA VIDA DE APRENDIZAJE
La investigación reciente confirma que el temprano desarrollo cognitivo está vinculado muy íntimamente al desarrollo físico, emocional y social.
Todo ello emerge de las tempranas relaciones con la familia y las personas que cuidan del niño. Las relaciones con los padres tienen una importancia fundamental. A continuación enumeramos una serie de capacidades de la infancia que conviene potenciar y desarrollar durante los cinco primeros años. Se pueden utilizar como indicadores de que el niño está a punto para entrar en la institución educativa de preescolar, pero sólo si se combinan con las expectativas propias de un niño de cinco años de manera que los niños no se vean perjudicados por demandas irreales.
Los niños de cinco años que entran en el aula de preescolar normalmente pueden:
Hacer uso de ideas y palabras con sentido y creatividad para hacerse entender y para entender a los demás. Esto requiere un entorno rico en intercambios verbales directos, que incluyan conversación, rimas infantiles, narración de cuentos y compartir libros leyéndolos en voz alta. La oralidad es la precursora de la alfabetización.
Crear relaciones estrechas con adultos y otros niños. De éstas proceden los comienzos de la empatía y la comprensión humana.
Leer y responder apropiadamente a estímulos emocionales y sociales, y ser capaces de trabajar en grupos.
Implicarse en juego imaginativo, solos y con otros.
Expresarse creativamente mediante un amplio repertorio de actividades que incluya artes visuales, música, drama, etc.
Sentirse como en casa al explorar y cuidar el mundo de la naturaleza.
Interactuar con el mundo mediante experiencias prácticas, trabajos manuales y otras actividades que requieran una implicación física.
Disponer de breves períodos de apaciguamiento para digerir las experiencias o implicarse en alguna actividad focalizada.
Percibir pautas, seguir indicaciones sencillas y resolver problemas simples.
Aprender a prestar atención a las experiencias, a centrarse en ellas y a procesarlas de una manera integrada mediante procesos motores, sensoriales y afectivos.
LÍNEAS DIRECTRICES PARA LOS ÓRGANOS NORMATIVOS
¿Cómo trasladar el reconocimiento de estas capacidades a la política educativa? Como lo expone el informe del Instituto de Medicina ‘From Neurons to Neighborhoods’:
“... la política a seguir no habría de ser preparar a los niños para aprender, sino más bien apreciar que han nacido para aprender, y poner en marcha políticas y programas que se fundamenten en sus considerables capacidades y crezcan a partir de ellas” (pág. 148).
A los niños les encanta aprender. Ese amor necesita ser promovido en casa y en los programas educativos y de primeros cuidados. La política normativa puede dar apoyo a este hecho de diversas maneras:
Proporcionar oportunidades de financiación para que los padres se autoeduquen sobre las necesidades de los niños y sus propias capacidades como padres. Las posibles opciones pueden incluir cursos para adolescentes en torno al desarrollo y cuidado de los niños, y clases de cuidado prenatal y crianza para los padres, programas de padres-hijos, visitas al hogar, etc.
Crear un foco renovado sobre la formación de maestros para la temprana infancia y personal al cuidado de niños. En los programas educativos dar un nuevo énfasis a la comprensión de la amplia variedad de capacidades que los niños necesitan desarrollar, especialmente la capacidad de jugar, y ayudar a desplegar la creatividad y la comprensión de los propios maestros.
Concentrar la planificación y evaluación de los programas de atención temprana en averiguar si se está atendiendo la necesidad primaria que tienen los niños de tener una relación estrecha con adultos afectuosos y responsables y de un cuidado apropiado al desarrollo de su edad. Ese cuidado acorde con la evolución infantil incluye: un ritmo diario de comidas saludables, descanso y actividades; períodos diarios de juego, tanto fuera como dentro de casa, en un entorno seguro; música y otras artes; actividades prácticas y de otro tipo que involucren la acción física que, literalmente, encarnan las primeras clases más efectivas en ciencias y matemáticas para los niños pequeños; y finalmente una gran variedad de interacciones verbales directas, incluyendo conversación, canciones y rimas infantiles, narración de cuentos, y libros leídos en voz alta con adultos que les dedican atención.
Reconocer que cuando las familias sufren fuerte tensión por causa de pobreza o enfermedad ello ejerce un profundo impacto en los niños y su disposición emocional para el aprendizaje. Han de tratarse las tensiones sociales y económicas que recaen sobre la familia, además de las necesidades específicas del niño en el aula.
Financiar investigación a largo plazo para identificar cuándo están los niños maduros para leer y adquirir otras habilidades académicas; factores que pueden interferir en su capacidad de aprender, como la exposición excesiva a los medios electrónicos;
y las mejores aproximaciones a la educación temprana que lleven a un amor por la lectura y la escritura que dure para toda la vida.
Es fundamental mejorar los programas de temprana atención infantil, y hemos de entender que, “incluso para los niños que cada día se pasan horas en programas de atención infantil, el entorno hogareño lleva el peso principal en la adquisición de lo que saben y son capaces de aprender cuando empiezan el preescolar”.
(From Neurons to Neighborhoods, pág. 157).
No se puede subestimar la importancia del apoyar a los padres y la vida familiar.
Texto original: The Importance of Play Publicado por:
Alliance for Childhood allianceforchildhood.com/projects
Traducción de la versión original inglesa:
Miguel López Manresa
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